Lavarse la cara es algo que a priori parece lo más sencillo del mundo, de hecho lo hacemos todos desde que somos bien pequeños, pero limpiarse el rostro correctamente no lo es tanto, créeme.
De hecho, la mayoría de nosotras (y también vosotros, chicos) cometemos muchos errores a la hora de limpiarnos la cara. Y no es un tema menor, porque una mala limpieza puede acarrearnos muchos inconvenientes, desde irritaciones o granitos hasta infecciones más o menos graves.
Así que a continuación te enumero los errores que no debes cometer a la hora de limpiar tu rostro y también cómo evitarlos.
Limpiarse el rostro... sólo de vez en cuando
La limpieza del rostro debe ser uno de esos gestos automáticos que se hacen a diario, como lavarse los dientes.
Y como la higiene dental, debe hacerse día y noche. Por la mañana debes limpiarte la cara para eliminar los restos de grasa que haya podido segregar durante el sueño, así como los de cremas y otros cosméticos que te hayas podido aplicar antes de dormir. Y durante la noche tendrás que retirar la contaminación, el sudor o el maquillaje.
No emplear el producto adecuado
Uno de los errores más habituales a la hora de limpiarse la cara es no utilizar el producto más adecuado para ti en cuanto a formulación y presentación.
Por ejemplo, es muy habitual que las personas con la piel grasa y tendencia al acné busquen limpiadores agresivos, con los que sientan que la piel se queda más seca y matificada, pero es un gran error. Si la piel grasa se ve agredida, acaba produciendo más grasa para protegerse, así que conseguirás justo el efecto contrario.
Evita por todos los medios utilizar jabones, limpiadores y lociones que no estén formulados específicamente para el rostro, porque son muy agresivos y pueden producir alergias, irritaciones, descamaciones o brotes de granitos y acné. Cada vez que veo a alguna inconsciente que se lava con el jabón de manos del dispensador que hay en el vestuario del gym se me ponen los vellos de punta...
No poner en práctica la doble limpieza
La piel acumula distintos tipo de suciedad e impurezas a lo largo del día: contaminación, sudor, grasa segregada por la propia piel, restos de protectores solares y de cremas, primers, bases de maquillaje... Algunas de estas impurezas son liposolubles (se disuelven en aceites) y otras son hidrosolubles (se disuelven en agua).
Por ello, si se quiere conseguir una limpieza profunda es necesario utilizar primero un producto con base oleosa, como un aceite o una loción, y finalizar con un limpiador con base de agua. Así se eliminarán primero las impurezas liposolubles, que se disolverán en los aceites, y luego las hidrosolubles, así como los restos oleosos que hayan podido quedan en el primer paso.
Si quieres saber más acerca de esta forma de higiene facial, puedes leer nuestro post Todos los Secretos de la Doble Limpieza.
Usar únicamente una loción o un aceite
Si empleas una loción, crema o aceite limpiador como único producto para tu higiene facial, lo que conseguirás es crear una película grasa sobre la piel que evitará que el resto de cosméticos que te apliques después no serán eficientes al 100%.
No desmaquillarte antes de limpiar la piel
Si te has maquillado, primero debes retirar el maquillaje y luego limpiar la piel. Si pretendes limpiar y desmaquillar con el mismo gesto y el mismo producto (incluso si se trata de agua micelar), ni retirarás bien el maquillaje ni la suciedad.
Y si has utilizado un maquillaje waterproof, no te olvides de eliminarlo con un desmaquillante bifásico.
Caer en la tentación de las toallitas desmaquillantes
No, no son la mejor elección para limpiar tu rostro, por muy cómodas que sean. Por una parte, con ellas no vas a eliminar el maquillaje y la suciedad completamente, puesto que en un mismo gesto y con un único producto no es fácil eliminar la suciedad, la grasa de la piel, la base de maquillaje, el rímel, el labial... Y por la otra, los ingredientes que contienen suelen ser muy agresivos con la piel del rostro para intentar limpiar lo máximo posible.
Tampoco hay que perder de vista que las toallitas implican frotarlas y arrastrarlas por la piel con más intensidad que si se usan otros productos. La razón es simple, como no terminan de desmaquillar todas tendemos a frotar para eliminar mejor la suciedad acumulada durante el día y el maquillaje.
Las toallitas, mejor para una emergencia.
Limpiarte la cara con las manos sucias
Y es que aunque vayas a aplicarte un limpiador en gel o en espuma, eso no significa que puedas lavarte las manos y la cara al mismo tiempo.
En las manos se van quedando todo tipo de microorganismos nocivos y suciedad que acabarán en tu piel y que se van a trasladar a tu rostro, por mucho limpiador y mucha agua que haya por medio.
Si quieres una piel saludable, recuerda lavarte las manos antes de llevarlas a tu rostro; especialmente si has ido en transporte público, si has estado manejando el ordenador o el móvil o si has tocado productos tóxicos.
No ayudarte de algodones o toallas faciales
Los limpiadores como las lociones, los aceites o las aguas micelares requieren una herramienta que sirva para atrapar y arrastrar la suciedad, como los discos desmaquillantes, las bolas de algodón, las toallas faciales de microfibras o las tejidas de algodón.
No creas ni por un momento que si te pones una loción limpiadora con los dedos y luego la aclaras con agua vas a retirar toda la suciedad y los residuos de cosméticos, para ello hace falta un tejido que la atrape y la retire completamente.
Utilizar agua muy caliente
Si el producto limpiador que emplees requiere aclarado, un error muy común es utilizar agua muy caliente para hacerlo, puesto que arrastra los aceites presentes naturalmente en la piel y la deja reseca e irritable.
Usa agua tibia o incluso fría si no necesitas retirar productos grasos.
No aclarar completamente los limpiadores
Si usas un producto jabonoso o en forma de gel que necesitas aclarar con agua, puede que no retires completamente los restos de espuma y estos se queden sobre tu piel. Esto puede traducirse en irritación, sequedad, rojeces, aparición de granitos e incluso que los cosméticos que te apliques después no tengan toda la eficacia, puesto que se ha creado una barrera jabonosa sobre tu piel.
Recuerda aclarar exhaustivamente el rostro, sobre todo las zonas difíciles como el principio del cuello, la parte baja de la barbilla, el pliegue de las aletas de la nariz o los párpados.
Secarte con una toalla
La toalla de las manos no debería servirte nunca para secarte la cara. Los motivos: suele estar constantemente húmeda y en un entorno cálido, lo que implica que pueden proliferar las bacterias; es fácil que queden restos de jabón en ella, algo que puede irritar la piel del rostro, además de fomentar junto con la humedad la presencia de microorganismos poco recomendables; y tampoco hay que perder de vista su textura, que por muy suave que sea, no es la más apropiada para secar la cara.
Lo ideal, tener unas toallas pequeñas y específicas para la cara, cambiándolas tras cada uso. Si son reutilizables, procura lavarlas con un jabón neutro y sin suavizante, así evitarás que los químicos que contienen detergentes y suavizantes puedan irritar tu piel, además de mantener su capacidad de secado y su esponjosidad durante más tiempo.
También puedes emplear pañuelos de papel suaves o de algodón tejido del que usan las facialistas.
No usar tónico tras la limpieza
El tónico sirve para preparar la piel para los siguientes pasos de tu rutina facial. Según el tónico que elijas puedes obtendrás distintos resultados, aunque los más destacados son el de cerrar tus poros, equilibrar la piel o calmarla.
Aplícalo con pequeños toques, sin frotar y ayudándote de un disco desmaquillante.
Procura que el tónico no tenga alcohol ni cualquier otro ingrediente que ya sepas que puede producirte irritaciones o alergias.
No aplicarte una hidratante después
Tras la limpieza del rostro (y el tónico) es importante que te apliques una crema hidratante (con o sin un sérum antes), puesto que después de limpiar la piel esta se queda desprotegida y algo seca y necesita reponer la humectación.
Cada limpiador requiere una forma de aplicación específica para que se eficiente y no dañe la piel. Por eso es importante seguir las instrucciones que especifique el fabricante en el envase.
Como norma general, evitar frotar de manera agresiva tu piel con ninguno de los productos. Para que ésta quede bien limpia no es necesario maltratarla.
Tardas mucho en aplicarte la hidratante
Si esperas demasiado para aplicarte el sérum o la hidratante desde que te has secado la piel y te hayas puesto el tónico, la humedad que todavía queda en ella comenzará a evaporarse... y con ella llegará la deshidratación.
Si te aplicas la hidratación y el tratamiento en los 60-90 sg. inmediatamente posteriores a la limpieza tu piel aprovechará mejor la humectación y necesitarás menos cantidad para sentirla confortable.
No exfoliar tu piel
Si quieres que la limpieza diaria funcione a pleno rendimiento, es necesario que exfolies tu piel, es una forma de complementarla y reforzarla.
La frecuencia de uso y el tipo de exfoliante dependerá de tu tipo de piel. Consulta con tu asesora de belleza, tu facialista o el especialista en cosmética de tu farmacia para que te recomiende el más adecuado para ti.
¿Echas de menos algún error o alguna solución? Me gustaría mucho que nos lo comentases, ya sabes que éste también es tu blog.
Ya sólo me resta finalizar... limpiamente :)
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La primera vez que apareció el post Errores que No Debes Cometer al Limpiar Tu Rostro fue en el blog de La Meiga y Su Caldero
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